En muchas de las recomendaciones para alimentarnos de una forma ecológica y que tenga el menor impacto ambiental, uno de los consejos mas recurrentes es comprar nuestras frutas y verduras en los mercados regionales: comprar productos locales y que estén en temporada. Esto suena muy lógico, pero siendo sincera nunca me imaginé que “producto local” podría llegar a significar recoger el desayuno directo de los arbustos detrás de tu oficina!
Probablemente para aquellos que se criaron en las zonas templadas del planeta, recoger fresas en primavera puede ser una actividad como cualquier otra: una cosa normal que sucede cada año. Pero para aquellos quienes como yo, crecimos en una ciudad cálida del trópico donde el sol irradia perpendicularmente y los días siempre tienen 12 horas de luz cada uno de los 365 dias del año, recoger frutitas directamente de los arbustos era una actividad que no solo NO era habitual, sino que también involucraba estar de vacaciones con toda la familia a cierta altitud (debido a que estas frutitas no se dan en climas constantemente cálidos).
Asi que podrán entender mi emoción y deleite al descubrir un campo de fresas (por supuesto en temporada, que debido al cambio climático se ha extendido por varias semanas) que queda justo detrás del edificio donde está mi oficina al que puedo directamente en 5 minutos ir a recoger yo misma las fresas del desayuno del día siguiente!!!
Ante este maravilloso descubrimiento, montones de recuerdos familiares volvieron instantáneamente: tíos y primos todos con bolsas gigantes recogiendo frambuesas en el campo que alguno descubrió, la tía preparando la mermelada con solo la mitad de las frambuesas recogidas (la otra mitad ya había desaparecido misteriosamente de las bolsas de nosotros los más pequeños), las pinchadas en los dedos escogiendo las mejores moras (las más negritas), la repentina dicha al encontrar una matita de moritas silvestres en medio del camino laaaargo que a los tíos (y sobretodo a las tías) tanto les gustaba ir a hacer después del almuerzo del domingo.
No se si esta sea una experiencia común o si es muy personal mia, pero en todo caso, si lo notaron, en mi infancia eran frambuesas y moras solamente, nunca fresas! Debo confesar que hasta ayer, nunca había visto un arbusto de fresas y por lo tanto nunca había recogido mis propias fresas (a menos de que recoger fresas en un juego de “granja en linea” cuente, pero lo dudo). Consecuentemente, ayer parecía yo una niña de 5 años revoloteando por el campo de fresas recogiendo las mas rojitas y jugosas.
Creo que mas “local” que “justo detrás de tu oficina” y mas “frescas” que “recogerlas tu mismo del arbusto” no las puedo conseguir, así que el musli de frutitas de desayuno de esta mañana me supo a gloria! O como dicen los alemanes: “als hätte dir ein engel auf die zunge gepisst” es decir (con el perdon de la ciber-audiencia): “como si un angel se hubiese orinado en tu lengua”
No solo se trata de comer “vegan”, se trata de comer de forma un poco más natural y en armonía con el planeta: no solo con los animales sino con las plantas, el suelo, el agua y el aire (ya decidí por ejemplo que nada de aguacates traídos desde el otro lado del mundo y refrigerados durante que sé yo cuantos meses antes de que yo los pueda comprar).
Y si encima puedes divertirte, salir a respirar el aire fresco y probar ricas fresas: que más quieres? Así que ya estoy planeando smoothies de fresa, mermelada de fresa y si alguién tiene alguna recomendación en particular con fresas frescas, estoy abierta a sugerencias: el martes voy a recoger mi siguiente ración 🙂